Los animales y las plantas vivieron varios millones de años sin la presencia de los humanos. Sin embargo éstos no pueden vivir sin los animales o sin las plantas. Los niños como que saben esto, puesto que se relacionan se manera muy espontánea con los animales y fácilmente se comprometen con su protección.
- Ayudan a desarrollar la responsabilidad y la autonomía.
- Se comportan de manera equilibrada, sensible, alegre, atenta y cariñosa
Es imposible pasar por alto una influencia tan positiva. Incluso entre los adolescentes, que se encuentran en una fase de desarrollo en la que se sienten comprendidos y ven a sus padres cada vez más inaccesibles, los animales actúan de manera estabilizadora.
El autor cita un anónimo que dice: " Todos los niños deberíamos tener dos cosas: "un perro, y una madre que les deje tener un perro". No es necesario educar a los niños para que les gusten los animales. Nacen con una simpatía natural hacia ellos, simpatía que va creciendo o disminuyendo en el transcurso de la vida, según la influencia que los adultos ejerzan sobre ellos. Es tarea de todo educador fomentar el amor y el interés de los niños por los animales y educarlos para que les respeten y los traten de manera responsable. Lo cual redundará en el bien de los animales, de los niños y de la sociedad.
La relación entre niños y perros es benéfica porque:
- Cuando vuelven de la escuela el perro se alegra y los saluda.
- Se divierten jugando con ellos.
- Tienen vivencias alegres y placenteras.
- Disfrutan pensando en el animal que los espera.
- A ellos pueden contarles todo lo que les sucede.
- Los entienden mejor que los adultos y los consideran como el mejor amigo.
Está comprobado que los niños que tienen algún animal de compañía son más equilibrados, resistentes y tolerantes que los que no tienen. Aprenden a relacionarse con los demás y a asumir responsabilidades.
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